domingo, 10 de agosto de 2014

A Enxebre Orde da Vieira.

La Enxebre Orde da Vieira es una agrupación de gallegos en el exilio (o no), unida por su amor a Galicia. Quizás la entrada es un poco abrupta, pero es lo que hay, y no hay más. Se trata de una corporación que cristaliza el sentimiento de pertenencia, el recuerdo y la unión, más allá del Telón de Grelos. De ahí, por otra parte, su lema, "Lembranza e amizade", traducible como "Recuerdo y amistad". Es una Orden que, para mí, es muy especial, porque mis abuelos fueron miembros de la misma. Y fundadores. Cuando Cástor Pereira murió, me legó un maremagnum de papeles que aún no he conseguido filtrar del todo y su concha de peregrino, emblema de la Orden.

Un tiempo después de su muerte, solicité el ingreso en la misma. Espero aún, pues su lista de espera es larga, pero entre tanto, soy Novicio de la misma. Y, en atención al cariño que siento por dicha Orden, decidí hacerles un regalo, que es el que voy a presentar a continuación.



En primer lugar, dos interpretaciones del emblema de la Orden, con diferentes tipos de estrella.


Y, en segundo lugar (el importante, de hecho), el collar de la Orden (consistente en una vieira pendiente de un cordón rojo), heraldizado, por llamarlo de algún modo, para permitir su uso acolado al blasón. Su adopción o no queda a discreción de la Orde. De todos modos, y a pesar de no tener derecho a emplearla, no pude resistirme a comprobar como quedaría en mi blasón, sola y acompañada de la corona tradicional de los Reyes de Armas.



Espero que les resulte un grato regalo y que, unido a mi ofrecimiento a llevar a cabo tareas en materia heráldica para la Orde, contribuya en cierto modo a la expansión de la heráldica gentilicia en la Península.



viernes, 20 de junio de 2014

Una droga como cualquier otra - Flameando al viento.

La Heráldica es una droga. Para algunos, al menos, es así, aunque la dejes de lado, siempre queda un regusto en el velo del paladar, un rápido giro de pupilas buscando un blasón. Un cierto mono. Es lo que me pasa, y lo que me ha pasado desde aquella triste tarde en que mi disco duro implosionó, borrando de un plumazo años de trabajo en Heráldica. Nunca me recuperé de aquello y, de la noche a la mañana, el diseño heráldico, que había sido una de mis grandes pasiones, se convirtió en nada. Poco a poco, con timidez, volví a diseñar, pero la pérdida de todo mi trabajo y, especialmente, de las figuras que había ido seleccionando durante la etapa previa por su forma, adecuada a mi estilo, me frenaban y me frenan aún hoy. Cierto es que la mayoría son imágenes cogidas de Heráldique Europeéne, que tan poco gustan a algunos de mis correligionarios, pero el simple hecho de tener que buscar de nuevo y limpiar las imágenes me da una pereza terrible. 

Y, sin embargo, aquí estoy. Sigo buscando, sigo leyendo. La lectura de blasones, que siempre fue una de las cosas con las que más disfrutaba, sigue siendo para mí fundamental. Fusionar la palabra y la heráldica en una lectura que, además de correcta, sea hermosa. Estuve (y estoy) trabajando en los blasones de un Pazo en Campolameiro. Sigo buscando las raíces de la familia en el norte de Ourense. Ayer mismo, me plantearon un reto descriptivo en una reliquia familiar. En definitiva, aquí sigo. La Heráldica es una de esas drogas que nunca se consiguen dejar por completo.

Quizás lo más destacado de estos años de vacío sean mis nuevas armas. Se leen como "Terciado por un chevrón de sable, cargado de cinco peras de plata. En los tres, de Plata al oso levantado de Sable, armado de plata.". El por qué de tomar nuevas armas es sencillo, nunca me he sentido cómodo con el modo en que las armas se transmiten en España, a todos por igual, considero que adulteran el sentido original. ¿Por qué voy yo a heredar las armas ancestrales del linaje, si soy segundo hijo del tercer hijo de un no primogénito, aún asumiendo que el resto de la línea sea por primogenitura? Carece de sentido. Sin embargo, eso ya lo solucioné en su día, creando la figura de mi línea para mi padre, el "de Plata a la cruz flordelisada y hueca de Gules, brochante sobre el todo un escudete de azur a los cinco besantes de Plata en sotuer.". Empieza entonces el siguiente motivo, querer marcar una diferencia. En la historia de mi familia, el punto más bajo llega con la necesidad de abandonar la Tierra y emigrar. Mi propia vuelta a Galicia supone un punto de inflexión, una vuelta que quise reflejar.

Expuestos mis motivos, toca explicar el blasón. La composición, que es lo fácil, tiene un marcado carácter inglés. Tras una breve afición por el estilo heráldico francés, pasé a sentir más apego por el inglés, cuyas formas me resultan en extremo agradables, y de ahí la forma. Los osos me representan a mí, pues siempre me han dicho que soy como un oso, y su propia naturaleza (peligrosa, pero no agresiva, en general, omnívora...) me parecía un buen modelo a seguir. Finalmente, las peras hacen parlantes las armas, al representar el apellido. Pereira, en gallego, significa Peral. La cimera (si no se aprecia bien) es un pelícano abriéndose el pecho para alimentar a sus crías, basado en la antigua leyenda de que los pelícanos efectivamente hacían eso, lo que le valió al animal el simbolismo de sacrificio y entrega. Finalmente, el lema, Nihil somnium per dormientem, significa No hay sueño para el durmiente. Viene a implicar que quien se duerme en lugar de luchar nunca verá cumplidos sus sueños.

Confío en que esto sea un nuevo inicio. Por tercera vez.
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Dejando de lado los sentimentalismos, hay un asunto que me gustaría tratar hoy, aprovechando que la coronación de Felipe VI aún está reciente, y es la desaparición de cierto símbolo del Blasón Real.

Como puede que el lector sepa, el nuevo Rey no tiene muchos títulos, tiene una legión de ellos. Su nombre completo es Su Católica Majestad, don Felipe VI, Rey Constitucional de España, Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales, de las Islas y de Tierra Firme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante, de Milán, de Atenas y de Neopatria, Conde de Habsburgo, de Flandes, del Tirol, del Rosellón y de Barcelona, Señor de Vizcaya y de Molina. Veintiún reinos, un archiducado, cinco ducados, cinco condados y dos señoríos, ahí es nada, sin contar, por supuesto, la soberanía o pertenencia a Órdenes de Caballería ni cosas similares. Resulta curioso cómo, ante tal marabunta de títulos, sólo hay unos pocos que realmente "sirvan" para algo. Pero uno de ellos es, precisamente, del que voy a hablar. 

Propongo al lector encontrar las diferencias entre los blasones de Juan Carlos I y Felipe VI.


Llaman la atención varios detalles, como la recuperación del púrpura en el cuartel de León, o el cambio de corona. También la representación del Toisón de Oro dejando también en oro las llamas del collar. O, por qué no, la llamativa mejora para el ojo en cuanto a composición. Pero, sin embargo, la vista se nos va a la desaparición de dos símbolos: el yugo y las flechas y el Aspa de Borgoña.

En el primer caso, la desaparición del símbolo (vanme a perdonar vuesas mercedes) es una chorrada. El yugo y las flechas (Ysabel et Fernando) es un símbolo que no deja de ser el personal utilizado por un matrimonio para representarse el uno al otro, y no entiendo (francamente) su presencia. La unión de Castilla con Aragón está más que patente en el propio blasón.

Sin embargo, el segundo símbolo sí tiene su importancia. El Ducado de Borgoña es uno de esos títulos que sí tiene importancia dentro de la Corona. No por el lugar al que corresponde, porque Borgoña, antaño independiente, es hoy parte de Francia (y si a España se le ocurre reclamarla, los franceses van a rodar por el suelo de risa), sino porque ese título concede la soberanía sobre la Orden del Toisón de Oro, la más prestigiosa Orden de Caballería existente. Es este el motivo de que tantos reyes portasen en sus armas el blasón de Borgoña (una preciosidad, de Oro a las tres bandas de Azur, bordura general de Gules). El último fue Alfonso XIII, y es por eso que, a pesar de ser un símbolo extranjero, fue enseña del mal llamado Imperio Español y sus ejércitos, hasta el punto de que, aún hoy, es un símbolo frecuente en el Ejército de Tierra.


A diferencia de su abuelo (y de su padre, que no reinó pero usaba igual el blasón), Juan Carlos I se decidió por un blasón más sobrio que sólo incorporaba los reinos principales de la Península. Esto dejó fuera títulos históricos como Tirol, Brabante y, por supuesto, Borgoña. Sin embargo, sí mantuvo, tras el blasón (a la encomienda) el Aspa de Borgoña, símbolo de su soberanía sobre la Orden. Esto revela la importancia capital de dicha Orden para la Casa de Borbón, manteniendo a Borgoña presente sin mantenerla en realidad. O lo revelaba, porque Felipe VI ha decidido terminar con el asunto.

Como heraldista, no deja de parecerme un poco extraño. Hay quien defiende que no tiene la mayor importancia, pero como estudiante de las ciencias nobiliarias, creo que el simbolismo es todo lo que queda en esta disciplina, y que dejando de lado este simbolismo, lo que queda es nada. Por supuesto, Felipe (como todos los españoles) tiene derecho a portar las armas que le vengan en gana pero, para mí, dejar fuera a Borgoña es un error, heráldicamente hablando. Algo innecesario. La Monarquía es, desde un punto de vista sociopolítico, un fósil, una reliquia a eliminar, y terminará por hacerlo. Pero, entre tanto, quizás, respetar las tradiciones y simbologías sería una buena opción por su parte.
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N.d.A: El redactor de este blog es republicano y nacionalista gallego. Eso no me impide ser aficionado a la heráldica y la nobiliaria, como parte de la Historia, disciplina que me apasiona. A veces puede resultar complicado entender cómo alguien puede pasar de defender una República o el derecho de autodeterminación y, al rato, hablar de por qué el Rey debería portar el Aspa de Borgoña, y lo entiendo. Simplemente, son cosas que no tienen por qué ir separadas.

jueves, 19 de junio de 2014

Ennoblecimiento

STELLA SVPRA MARE


A todo el que la presente viere y entendiere, salud y gracia.

Sea por todos conocido que, por medio de la presente cédula, Nos, Pablo Pereira, Conde Soberano del Val do Armiño, Señor de las Islas de Poniente, Caballero Divisero del Ilustre Solar de Peroxa, Almirante de la Ría Océana y Alto Mariscal del Telón de Grelos, en virtud de cuantos derechos y prebendas Nos reconocen los cuerpos jurídicos de esta tierra, anunciamos:

Que, con ánimo de poner de relieve la estima de Nos por doña Maria José Valera, y siendo nuestro deseo concederle el estatus que su carácter merece, hemos decidido concederle el Vizcondado de Augamarga no Val y el Señorío de las Islas Orientales en encomienda, para que los proteja y le sirvan de sustento a ella y a su linaje, pudiendo disfrutar en adelante de cuantos derechos y privilegios otorga dicha dignidad en el Val do Armiño.

Sea publicitada y cumplida esta, Nuestra voluntad, tanto en tierra Nuestra como en aquellas que nos son afines.

No Val do Armiño, a decinove días do sexto mes do Ano de Graza de MMXIV.




sábado, 22 de febrero de 2014

Acta


QVIS NECAVIT EQVITEM


A todo el que la presente viere y entendiere, salud y gracia.


Por medio de la presente, Nos, Pablo Pereira, Conde Soberano del Val do Armiño, Señor de las Islas de Poniente, Almirante de la Ría Océana y Alto Mariscal del Telón de Grelos, en virtud de cuantos derechos y prebendas Nos reconocen los cuerpos jurídicos de esta tierra, anuncio:

Que, en atención a su cercanía y parentesco respecto a Nos, aún no siendo un Pereira, y con ánimo de reconocer su compromiso para con Nos y Nuestra Casa, hemos decidido dar entrada a Don Javier Loscos, del linaje de Infanzones de los Sieso de Lanaja, en el Reino de Aragón, al Ilustre y Antiguo Solar de Peroxa, concediéndole mediante esta cédula el título de Caballero Hijodalgo de dicho Solar, pudiendo gozar en adelante de cuantos derechos y privilegios comporta tal rango en el Reino de Galicia.

Sea publicitada y cumplida esta, Nuestra voluntad.

No Val do Armiño, a vinte e dous días do segundo mes do ano de graza de MMXIV.


jueves, 29 de agosto de 2013

Ennoblecimiento.


NEMO PERVENIT QVI NON LEGITIME CERTAVERIT


A todo el que la presente viere y entendiere, salud y gracia.


Por medio de la presente, Nos, Pablo Pereira, Conde Soberano del Val do Armiño, Señor de las Islas de Poniente, Almirante de la Ría Océana y Alto Mariscal del Telón de Grelos, en virtud de cuantos derechos y prebendas Nos reconocen los cuerpos jurídicos de esta tierra, anuncio:


-Que reclamamos, en nombre de Nuestra Casa, el linaje de los Cotrozo, y asumimos en adelante sus armas, dichas "Terciado por un chevrón de sable cargado de cinco peras de plata. En los tres, de plata al oso de sable armado de plata", que serán en adelante seña de Nuestro linaje. Sea el lema de Nuestra Casa, en adelante, "Nihil somnium per dormientem".

-Que reclamo el derecho de Nuestra Casa sobre el Ilustre y Antiguo Solar de Peroxa, donde tuviese Nuestro linaje señorío, pudiendo todo aquel que pertenezca a la misma llamarse Caballero Hijodalgo de dicho Solar.

-Que, en pro de reconocer las magníficas cualidades que la definen y el próspero y antiguo linaje que la alimenta, hemos decidido otorgar a Doña Elena Aldana el Vizcondado de Alba no Val, otorgándole dichas tierras en encomienda para que las proteja y le sirvan de sustento a ella y su linaje. Asimismo, no deseando que dama de tales cualidades y linaje aparente menos que Nos, y aún no siendo usanza de habitual uso, hemos decidido elevar el rango del título que le encomendamos al de Condado, debiendo en adelante ser conocida como Condesa de Alba no Val, pudiendo en adelante gozar de cuantos derechos y privilegios le otorga dicha condición en el Val do Armiño, y pudiendo cuartelar sus armas, si es tal su deseo, con la enseña de sus nuevas tierras.

Sea publicitada y cumplida esta, Nuestra voluntad.

No Val do Armiño, a trinta días do octavo mes do ano de graza de MMXIII.

martes, 6 de diciembre de 2011

Ironía heráldica.

Hace unos días, los interesados en las ciencias heráldicas recibíamos, con desigual opinión, la nominación de Nicolás Sarkozy y su esposa, Carla Bruni, como miembros de la Orden del Toisón de Oro. Este tema ha dado mucho que hablar, en los círculos heráldicos y en los periodísticos.

Bien es sabido que Francia, país republicano por excelencia, es ciertamente laxo en lo que a mercedes nobiliarias respecta. Países como Estados Unidos o la República de Irlanda tienen una normativa muy estricta en lo que a dignidades y condecoraciones se refiere, si son de carácter nobiliario. Austria prohibe directamente el uso de cualquier cosa que huela a nobleza. A pesar de no compartir los planteamientos antinobiliarios característicos del republicanismo más extremo ( a mí, personalmente, la nobleza no me molesta, siempre que no sea más que nadie, y creo que es una buena cúspide del sistema de condecoraciones, por su peso cultural), entiendo esa actitud. Sin embargo, no entiendo la de Francia, radicales sobre el papel, y flexibles cuando les conviene.

La muestra más evidente de esta flexibilidad la encontramos en el hecho de que absolutamente todos los Presidentes de Francia ostentan un título nobiliario: Copríncipes de Andorra. Este coprincipado, compartido con el Obispo de la Seu d'Urgell, se remonta a tiempos oscuros, de cambios, cesiones, y muchos pequeños feudos en los Pirineos. Extinto en su rama francesa al caer el Antiguo Régimen, Napoleón lo reclama, uniéndose desde entonces a la Jefatura de Estado francesa.

Sarkozy demuestra en el caso de su Toisón la misma flexibilidad de que hace gala su país de origen. No en vano, el ingreso en una Orden de Caballería supone rango de Caballero. El Toisón es, en sí, un título de nobleza, igual que lo es la Orden de Carlos III, o cualquier otra de ese estilo. Hay quién sostiene lo contrario, claro, esta ciencia es muy dada a opiniones divergentes sobre asuntos aparentemente sencillos. Sin embargo, por tradición, los Hidalgos se hacían Caballeros en este país al ingresar en alguna de las Órdenes de Caballería existentes.

Lo realmente irónico de este asunto no es lo que ya expuse, de todos modos, que no deja de ser una opinión personal. El punto curioso de este tema es que la soberanía de la Casa Real Española sobre la Orden del Toisón de Oro viene dada por la posesión, por parte del Rey, de los títulos de Duque de Borgoña y Conde de Flandes, fundadores de la Orden... y nobles franceses.

Así pues, más de doscientos años después de la caída del Antiguo Régimen en Francia, el Presidente de la República Francesa recibe una Orden de manos de un monarca, por ser poseedor de dos títulos franceses. Curioso, cuanto menos.

Retomando el camino.

Hace casi un año que di comienzo a este blog, que debía ser algo relativamente constante. No tanto, por supuesto, como el archifamosérrimo Blog de Heráldica de don Juan José Carrión, porque no tengo ni tiempo ni conocimientos como para hacer una entrada al día. Pero sí debería haber sido algo constante, y no lo ha sido. Por tanto, decidido a enmendar este error, vuelvo a las andadas, y prometo ser en adelante un buen chico y mantener el blog, al menos algo activo.

Mi intención sigue siendo la que era, tratar temas de cómo la heráldica, en un terreno que le es completa y totalmente hostil, se mantiene, en ocasiones muy escondida, pero ahí sigue. Porque la heráldica no ha sido sólo "eso de los escuditos", sino que ha marcado otros muchos campos, como la vexilogía o, incluso, la acuñación de monedas. También hablaré de blasones curiosos que he ido encontrando a lo largo de estos años, y que evidencian que esta ciencia no pierde la capacidad de sorprendernos.

Cruzo los dedos porque esto no muera otra vez.